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Tontuna News

Querida calle de Jesús

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Sin lugar a dudas, mi calle de Jesús fue la calle mas democrática de su tiempo. Todos, ricos y pobres, altos y bajos, hombres y mujeres tenía, como mínimo una vez en su vida, que pasar por mi calle sin importarles su condición social. Mi calle era el paso imprescindible para ir al cementerio... y al manicomio. Pero también era la avanzada a la que llegaban los primeros efluvios de la huerta cuando las flores de azahar abrían sus pétalos. Mi calle de Jesús, cerca del campo y cerca de la ciudad. Yo tuve un compañero de trabajo que me decía que para el un sitio ideal para vivir era una casa que al despertarse por la mañana pudiera ver el campo por la ventana, pero que si salía por la puerta de atrás se encontrara frente a una ciudad con todas sus ventajas. Nosotros teníamos eso en mi calle de Jesús. La calle de Jesús es una de las arterias principales de la ciudad. Discurre paralela al antiguo camino romano (hoy en día la calle de San Vicente) y es de las mas largas y rectas de esta queri...

Los pescadores

-Rulín- dijo mi tío Luis a mi tía Isabelita- me voy a hacer pescador. Y desde ese momento, una de las principales aficiones de mi tío fue la pesca. -Mira Paquito - me dice un día de pesca, mientras me enseña como poner un anzuelo en la cañita que me ha dejado - ten mucho cuidado al manejarlo porque, como ves, el anzuelo puede entrar con facilidad en la carne, pero luego tendrían que cortarte con un bisturí para sacártelo. Y con paciencia y cariño, el hombrón boxeador y con la nariz chata por haberle quitado el tabique nasal, me enseña los pasos fundamentales del dificilísimo arte de la pesca con caña y corchito. -Ten en cuenta que uno no es pescador hasta que ha pescado un llobarro (lubina). Yo llevo ya casi un año y no he podido todavía pescar ninguno. Con paciencia, el tío te enseñará y ya verás lo que nos vamos a divertir pescando los dos. Y Paquito tira al agua su sedal con el corchito y el ammet (anzuelo) con su gusanito para engañar a los peces y ver si tiene suerte y le pica alg...

Perry Mason

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Hoy es jueves. ¡Que bién!. Voy a ir con mi madre a casa de mi hermana Pepi a ver Perry Mason. Naturalmente al principio de la televisión, no todo el mundo podía tenerla. El capital aprovecha las novedades para poner las cosas a unos precios exagerados. Y nosotros, las cuatro perras que yo ganaba, mas la ayuda económica de mi tía Isabelita y mi hermana Pepi, servía para que no nos faltara de nada, pero no para gastárnoslo en cosas superficiales como una televisión. Pero a mi me gustaba mucho la serie de Perry Mason y el día que lo ponían, mi madre y yo íbamos andando a casa de mi hermana. Salíamos de casa, atravesábamos las vías del tren por la pasarela (puente peatonal de hierro que todavía existe) y llegábamos a la casa de mi hermana en la calle de Los Centelles. Y Paquito miraba extasiado aquel aparato que hacía unos meses no podíamos ni soñar. Ya lo decía una cancioncita que ya hace siglos que no escucho... "La televisión, pronto llegará, yo te cantaré y tu me verás". Y ef...

El zorro zorrito

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- Yo soy el zorro zorrito, para mayores y pequeñitos. Es curioso con que facilidad desaparecen de nuestras vidas las cosas que en un momento parece que sean muy importantes o los personajes que han estado de moda y después, no se si porque eran mediocres o porque no tuvieron la suerte de encontrar patrocinadores, no han dejado el menor rastro. Yo recuerdo de los años 50 a Pepe Iglesias, el Zorro . Su cantinela cuando empezaba sus programas de radio era esta... - Yo soy el zorro zorrito, para mayores y pequeñitos. No recuerdo ninguno de sus programas porque yo era muy pequeño, pero si que recuerdo la cantinela. También había un muchacho, creo que estaba en el hospital de Fontilles que tocaba música con un órgano al que hacía hablar. Recuerdo que se entendían perfectamente las palabras de la canción. Una de las letras (esta no la decía el órgano) decía así... ...cuando será domingo madre querida para yo verte. Yo bien quisiera que toda la semana madre querida domingo fuera. También estab...

Una madre de armas tomar

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Nadie que haya conocido a mi madre podría acusarla de cobarde. Entre todas sus virtudes había dos que destacaban por encima de todas; era muy limpia y muy valiente. Desde luego, si no hubiera sido por esto, los tiempos en que le toco vivir hubieran sido terribles. Una guerra y un marido que nunca estaba en casa, posiblemente en reuniones anarquistas o en otro tipo de reuniones también muy liberales. - Fina, hara vinc. - Fina, ahora vengo. Y mi padre desaparecía por tres o cuatro días. Mientras, mi madre con dos hijas pequeñas (yo no había nacido) y con cuatro pesetas para poder pasar tenía que hacer juegos malabares para comer todos los días. Con lo poco que había y de vez en cuando todavía llegaba alguna mujer diciendo... - Senyora Fina, el seu homme ma dit que voste me donaría un poquet d'arros.- Señora Fina, su marido me ha dicho que usted me daría un poquito de arroz. Y yo no estaba, pero estoy seguro de que mi madre contestaría. - Pues li diu al meu marit cuant el veja, que el...

Versos de mi padre desde la carcel.

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Rubio?... Color que llena mi alma, el que mi vida alimenta y en la desgracia me alienta El color de los trigales de los lindos girasoles del rayo de luna llena de ese "champagne" que envenena alegrando nuestro amor ... de ese bendito color, son los bucles de mi nena. Rubia?... Rubia como el sol y el oro rubio el pelo, rubia el alma, rubia su voz y en la calma nocturna, medito y pienso, que en el oro tan intenso de sus rizados cabellos se bañan con sus destellos otros ojos todo el día y los míos, siendo mía, gozan un momento de ellos. Rubia?... Rubia entre rejas la veo cuando la suerte lo quiere y en el corazón me hiere el pensar que siendo mía a otros seres les sonría y aparte por un momento de su frente el pensamiento que puesto en mi lo tenía cuando tras las rejas frías me perfuma con su aliento. Francisco Oltra Paricio Cárcel, 10 de junio del 1940 Acacias de la carcel Encendedme a mi también farolas de primavera y campanitas de lirio y relicarios de estrellas. Que por mis ...

El tio charraor.

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En valenciano "Xerraor" significa "hablador", pero con la significación añadida de ser en exceso. La palabra exacta sería quizás, parlanchín. Una vez que pudimos comprar el piso donde vivíamos, mi madre quiso hacerle algunas reformas y una de ellas fue el bajar un poco los techos del comedor y el pasillo que eran altísimos. Mi hermana Carmen se lo dijo a un compañero de Lanas Aragón y como era extraordinariamente apreciada por todos, este le dijo que tenía un amigo que se dedicaba a poner escayolas y que el, personalmente, nos regalaba las placas. Cuando conocimos a su amigo, por no ser menos y por atención a su amigo, nos dijo que nos regalaba el trabajo. Naturalmente nos lo pondría conforme tuviera tiempo y en los ratos libres. Esto hizo que la puesta de las dichosas placas de escayola se dilataran en el tiempo y tuviéramos la casa con polvo de escayola para comer, cenar y almorzar durante bastante tiempo. Por otro lado, nos dio tiempo de considerar casi de la fam...

La zarzaparrilla

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Hace algunos años la Coca Cola y similares, o no estaban introducidos o no tenían la difusión que tenemos actualmente. Naturalmente también teníamos nuestras bebidas y entre ellas destacaba, sin lugar a dudas la gaseosa, que siempre hemos llamado limonada. Destacaban "El Siglo", "La Flor de Valencia", "La Casera", "La Pitusa", etc... y en la calle de Sagunto se encontraban los laboratorios del Doctor Trigo que era el que hacía el refresco del Trinaranjus y la Orangina que ha desaparecido. Otro refresco muy popular era el sifón, con su clásico capuchón que apretándolo salía el chorrito y que en las fiestas siempre había algún gracioso que lo empleaba para mojar a la concurrencia. Pero a mi, lo que me gustaba mucho era la zarzaparrilla. Lamentablemente, mi madre no la compraba nunca y solamente la tomaba cuando, de vez en cuando, me pasaba un día con mi tía Amparín. Si en el diccionario se buscara una foto para definir lo que es una persona buena, ...

Una broma olorosa

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Mi padre y mi tío Manolo eran jovencitos. Con una casa tan pequeña como la nuestra de la calle de Jesús, era imposible tener a cada hijo en una habitación. En aquella época eran en la casa 6 personas; mi abuelo Paco, mi abuelastra Paca, mi padre Paco, mi tía (¿a que no adivináis el nombre?, pues si) Paquita, mi tío Manolo y mi tío Pepe. Mucha gente para un piso que no llegaba a los 60 m. Así que lógicamente tenían que compartir cama. Mi padre, que debía de tener algo de cachondo y bastante de marrano, estaba en la cama con mi tío Manolo. ¡Y se entretenía en escupir hacia el techo!, con lo que al cumplirse la máxima de que todo lo que sube ha de bajar, una vez si y otra también le caían los salivazos a mi tío Manolo. - ¡Xe Paco, no sigues marrano!, ¿Es que no veus que me cau d'amunt?. - ¡Che Paco, no seas cerdo!, ¿Es que no ves que me cae encima?. Y mi padre continuaba con su tarea sin hacer caso de su hermano. Ya cansado, mi tío se tapó del todo y ya escondido entre las sábanas le ...

Recuerdos de mi hermana Carmen

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Mi finquita de mi calle Jesús. En cuanto llegaba el invierno, mi queridísima madre sacaba el brasero. Lo encendía con un carbón que le llamaban "piñol", y casi siempre iba yo a la carbonería a comprarlo. En cuanto mi madre veía que ya no podía perjudicarnos, nos sentábamos alrededor de la mesa camilla y no necesitábamos ni tele, ni nada que se le parezca, todo era conversación y cariño. Me acuerdo que mi hermana Pepi, que es una devoradora de libros, se ponía a hacer calceta con el libro delante, y leía y hacía punto, a veces claro, se equivocaba, tenía que deshacer, pero nos sobraba tiempo para todo, ahora no hay tiempo, ni para hablar con nuestros hijos, ¡no se que pasará con nuestros nietos!. En el paso a nivel, que había cerca de mi querida casa ,se ponía una castañera con su delantal y un pañuelo a la cabeza para resguardarse del frío y mi madre nos decía, - Ir y comprar castañas calentitas - y nos sabían mejor que el caviar. La verdad es que en aquellos tiempos, cualqui...

Una historia de bisabuelos

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Me encantaban las historias que, a veces, mi madre me contaba de cosas antiguas y de anécdotas que les habían pasado a nuestra familia. Recuerdo una de mi abuelo Casimiro Mollá que le pasó con su padre, cuando era pequeño. Todo empezó un día en que el y su padre salieron al campo a trabajar la huerta. Entonces el trabajo no se medía por horas, era de sol a sol, empezaba cuando salía y terminaba cuando la oscuridad no permitía ya continuar con el trabajo. Ya a media tarde, mi bisabuelo, notó que empezaba a cubrir los campos una niebla que poco a poco iba espesándose. Pero el trabajo había que hacerlo y tanto el como mi abuelo, que todavía era un niño, continuaron trabajando hasta que la oscuridad ya no se lo permitió. - ¡Anem a casa Casimiret! - dijo mi bisabuelo, y cargaron los trastos en el "aca" (el "aca" Valenciana es un caballo tipo percherón, muy fuerte y recio, pero por extensión los carreteros solían llamar "aca" a casi todos los caballos). Fueron c...

La operación

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Así como la ciencia y la técnica han avanzado a pasos agigantados, el ser humano está estancado desde la época de los Neandertales. Los mismos errores, las mismas barbaridades se cometen ahora que se han cometido toda la vida. Quizás parezca a ciertas personas que se limitan a ver la superficie de las cosas y a seguir lo políticamente correcto que ahora somos distintos, quizás mas cultos o tolerantes... no es cierto. Las mismas personas a las que se les está haciendo una entrevista y son lo mas tolerantes y buenas personas del mundo, ponles en el piso de al lado un zulú tocando el tambor todo el día y saldrá con palos y antorchas a matarlos y quemarlos. Y esto es al margen de su cultura o nivel económico, pero es muy sencillo negar la realidad. Mi hermana Pepi estaba enferma. Tenía agudos dolores en el estómago. El médico de cabecera (ahora llamado medico de familia) no daba con el mal. Después de cometer una serie de errores médicos, la mandó al hospital... diagnóstico; apendicitis. T...

La señorita primavera.

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Cuando la primavera llegaba a mi calle de Jesús, era recibida como la gran dama que es. Venia a través de los campos y por el camino se arreglaba el cabello con las flores que, a millones, bordeaban nuestros prados y senderos. Después, se perfumaba con las últimas gotas de las flores de azahar y sus ojos, cambiantes de un azul intenso como el mar a un verde esmeralda de los campos, nos hacían soñar con amores correspondidos de alguna hermosa muchacha. La primavera era una preciosa mujer que por el día despejaba con su mirada el horizonte frente a mi casa y nos dejaba ver las lejanas sierras por la galería y una lejana línea del azul purísimo del Mediterráneo, por el comedor. Por la noche, nuestra querida primavera soplaba tenuemente en el pelo de las muchachas jugando con sus cabellos y se sonreía con picardía al ver las encendidas miradas que les dedicaban los muchachos. Mis hermanas también despertaban pasiones a su paso, la señorita primavera las quería mucho y movía sus faldas, ag...