miércoles, 9 de julio de 2008

La operación


Así como la ciencia y la técnica han avanzado a pasos agigantados, el ser humano está estancado desde la época de los Neandertales.

Los mismos errores, las mismas barbaridades se cometen ahora que se han cometido toda la vida. Quizás parezca a ciertas personas que se limitan a ver la superficie de las cosas y a seguir lo políticamente correcto que ahora somos distintos, quizás mas cultos o tolerantes... no es cierto. Las mismas personas a las que se les está haciendo una entrevista y son lo mas tolerantes y buenas personas del mundo, ponles en el piso de al lado un zulú tocando el tambor todo el día y saldrá con palos y antorchas a matarlos y quemarlos. Y esto es al margen de su cultura o nivel económico, pero es muy sencillo negar la realidad.

Mi hermana Pepi estaba enferma.

Tenía agudos dolores en el estómago. El médico de cabecera (ahora llamado medico de familia) no daba con el mal.

Después de cometer una serie de errores médicos, la mandó al hospital... diagnóstico; apendicitis. Todo lo que se le había hecho lo único que había conseguido era agravarla.

El docto y culto médico la reconoció, dio su veredicto; había que operar urgentemente. ¡Y se marchó al fútbol!.

Mi hermana, mientras el doctor cantaba los goles de su equipo, se retorcía de dolor en el hospital.

En este punto hay que saber que la persona que la llevó al hospital fueron mi tío Luis y mi tía Isabelita. Mi tío fué el campeón de Europa de los juegos del Mediterraneo de boxeo Luis García Peralta.

Cuando terminó el partido el culto doctor regresó al hospital agitando su banderín. Se preparó para atender a mi hermana y antes de operar volvió a reconocerla y... ¡que lástima, la apéndice se había perforado ya y era inútil operar, mi hermana estaba sentenciada, una infección acabaría con su jovencísima vida!.

Mi tía llorando, mi madre (en Valencia se dice que hay "mares, maretes y marotes" (madres, mini madres y supermadres), la mía entraba dentro del capítulo de "marotes", gemía desesperada prefiriendo morir ella que perder a su Pepita.

Mi tío, mas tranquilo, se rascaba la barbilla pensativo. De pronto, se acercó al doctor y le dijo...

- Doctor, ¿puedo hablar en privado con usted un momentito?.

- Desde luego señor García - respondió el educado doctor - pase a mi despacho.

Una vez en el mi tío le dijo...

- Mire doctor, mi sobrina está a las puertas de la muerte porque usted se ha ido al fútbol. Ya le digo yo que usted la va a operar y... no solamente esto, la va a operar y la va a salvar porque si no es así yo, su tío Luis García Peralta, lo mataré. Usted decide.

El culto doctor, operó a mi hermana y la salvó. Mi hermana fue salvada por la técnica y los fuertes puños de mi tío al que nunca podremos agradecer todo lo que hizo por nosotros.

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