martes, 17 de junio de 2008

Mis personajes 1




Sin lugar a dudas, mi calle de Jesús fue la calle mas democrática de su tiempo.

Todos, ricos y pobres, altos y bajos, hombres y mujeres tenía, como mínimo una vez en su vida, que pasar por mi calle sin importarles su condición social.

Mi calle era el paso imprescindible para ir al cementerio... y al manicomio.

Pero también era la avanzada a la que llegaban los primeros efluvios de la huerta cuando las flores de azahar abrían sus pétalos. Mi calle de Jesús, cerca del campo y cerca de la ciudad.

Yo tuve un compañero de trabajo que me decía que para el un sitio ideal para vivir era una casa que al despertarse por la mañana pudiera ver el campo por la ventana, pero que si salía por la puerta de atrás se encontrara frente a una ciudad con todas sus ventajas. Nosotros teníamos eso en mi calle de Jesús.

La calle de Jesús es una de las arterias principales de la ciudad. Discurre paralela al antiguo camino romano (hoy en día la calle de San Vicente) y es de las mas largas y rectas de esta querida ciudad. Su principio se encuentra a pocos cientos de metros del centro de la ciudad y termina, recta como un tiro de piedra, en el Mercadito de Jesús.

Mi calle de Jesús es la misma de ahora, pero tenia poco que ver con la actual. Era tranquila, a lo largo de ella cada tramo era una especie de pueblo independiente. Nosotros éramos "la estacioneta", otro tramo "la finca roja", "el mercadito", etc... cada uno formaba un pequeño pueblo en que todos nos conocíamos y nos apreciábamos. Verdaderas familias que reñían y hacían las paces, se criticaban y se pedían perdón. No existían los programas de cotilleo porque de eso, ya se encargaban las cotillas oficiales del barrio. Pero todos las conocían y lo que se hablaba se hacía dando la cara.

Los barberos oficiales eran los Jordis, uno de ellos llamado "el roxet" por su pelo colorado y su tez rubicunda. De el se decía que se había apostado con alguien que era capaz de comerse un "moñigo" (excremento de caballo) y que había ganado la apuesta.

Por cierto que en cuanto se oían los cascos de un caballo, nuestras madre nos enviaban inmediatamente a recoger los "moñigos", porque era un fertilizante estupendo para las plantas.

El tío David era el propietario de la "botijeta", pequeña tienda de comestibles donde podías comprar desde el aceite hasta las manzanas.

Recordemos que entonces el aceite no estaba en botellas, tu tenias que llevar la tuya y pedías un litro o medio o lo que necesitaras. El tío David daba vueltas a una manivela y veías como un contenedor transparente se llenaba del líquido dorado. Después giraba la manivela en el otro sentido poniendo tu botella debajo de un grifito, pagabas y te llevabas tu aceite a casa. Eso si, mas puro y virgen no se puede comprar hoy en día.

Otro lugar de reunión era, naturalmente, la carnicería de la Señora Carmen y del Señor Estanislao, los padres de mi novia de 5 o 6 años. Recuerdo que tenían un mostrador altísimo y te servían desde considerable altura. No se si sería así o yo lo veía entonces agigantado por mis pocos años.

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