miércoles, 9 de julio de 2008

Recuerdos de mi hermana Carmen


Mi finquita de mi calle Jesús.

En cuanto llegaba el invierno, mi queridísima madre sacaba el brasero. Lo encendía con un carbón que le llamaban "piñol", y casi siempre iba yo a la carbonería a comprarlo.

En cuanto mi madre veía que ya no podía perjudicarnos, nos sentábamos alrededor de la mesa camilla y no necesitábamos ni tele, ni nada que se le parezca, todo era conversación y cariño.

Me acuerdo que mi hermana Pepi, que es una devoradora de libros, se ponía a hacer calceta con el libro delante, y leía y hacía punto, a veces claro, se equivocaba, tenía que deshacer, pero nos sobraba tiempo para todo, ahora no hay tiempo, ni para hablar con nuestros hijos, ¡no se que pasará con nuestros nietos!.

En el paso a nivel, que había cerca de mi querida casa ,se ponía una castañera con su delantal y un pañuelo a la cabeza para resguardarse del frío y mi madre nos decía,

- Ir y comprar castañas calentitas - y nos sabían mejor que el caviar.

La verdad es que en aquellos tiempos, cualquier cosa me parecía un sueño y el sólo hecho de comerme unas castañas con mi querida madre y mis queridos hermanos era una felicidad que no logro hoy en día ver en nadie.

Nuestro piso estaba en una pequeña finquita de dos pisos de mi calle Jesús, que Dios la guarde muchos años como ella guarda tantos recuerdos míos con mi querida madre y hermanos.

Mi casa, en mis años de juventud, tenía una tapia que rodeaba la fábrica de la Veneciana, que daba a la calle de Cuenca y, por la parte de la galería, a los campos de dicha fábrica, todo eran naranjos, limoneros y albahaca y de noche y de día, mi casa era un jardín de perfumado de azahar, y albahaca.

La felicidad que en mi finquita de dos pisos se respiraba era maravilloso vivirlo.

Teníamos cuatro puertas de vecinos, pero entonces no eran los vecinos como ahora, nosotros teníamos las puertas abiertas y todos éramos como familia y no teníamos miedo a dejar el patio abierto, porque entonces era otra cultura, menos ricos, menos "electrificados" pero infinitamente mas humanos.

Dicen que recordar es vivir, y no hay día que no me acuerde de mi casa y de mi queridísima madre, que fue tan buena con nosotros.

1 comentario:

  1. Saludos D. Paco…….
    Hace tiempo tuve una pequeña intervención aquí en tu Blog, que lo encontré….. ¿?¿?.... no me digas como,…… te recordé la existencia del “Cine Pompella”, puesto que yo pase parte de infancia en ese barrio.
    Estos días atrás hablando con JAFO, me entere que eras tú….. jejejeje, que pequeño es el mundo…..jejeje.
    Veo que mantienes tu gran dialéctica y magnifica imaginación, si no detectas quien soy en “mis Blogs”, JAFO te lo aclarara.
    Saludos………desde La Malva-rosa

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