lunes, 5 de mayo de 2008

Los serenos



- ¡Clac clac clac!... ¡Serenoooooo!...

- ¡Vaaaaaa!...

Y desde el fondo de la calle se ve aparecer al sereno, con su manojo de llaves para abrirnos la puerta del patio. Unas veces porque se nos ha olvidado coger la llave y otras porque, al pesar medio kilo cada una, preferíamos hacer uso del sereno.

No llevaba pistola, ni porra, solo llevaba un manojo de llaves (una por cada patio) pero nos daba la tranquilidad de saber que en un momento tenías al sereno atendiéndote y te avisaba de cualquier anomalía que ocurriera en el barrio por la noche.

¡Cuantas veces me avisó de haberme dejado las puertas de mi primer flamante 600 abiertas!.

- ¡Toc ....tocotocotoctoc!...¡Señora Fina, que Paquito se ha dejado las puertas del coche abiertas!.

- Gracias Fulano!, Ahora baja a cerrarlas...

Verdaderamente no hubiera hecho falta, en mi calle de Jesús no recuerdo que hayan habido robos importantes, todo lo mas algún "pescatero" en el mercadito que quizás hinchara un poquito el peso.

Recuerdo una noche en que fui al cine con mi hermana y sus amigas. Quizás tuviera yo seis o siete años, pero yo me sentía el protector de las cuatro o cinco muchachas.

Llegamos a casa y, naturalmente, no llevábamos las llaves y no quisimos llamar para no despertar a todos los vecinos.

- ¡Sereno!...

- ¡Va!.

El hombre nos abrió el patio y yo, naturalmente tenía que abrir la marcha para subir a casa. Nosotros no teníamos luz en la escalera y esta era estrecha y oscura como la boca de un lobo.

Pasé el primer descansillo, pero al segundo, me apegué a la pared y deje que las muchachas fueran pasando, cogidas a la barandilla de la escalera y riendo y murmurando por lo bajo intentando darse valor las unas a las otras hasta que llegaran a mi casa.

Y cuando ya habían pasado todas...

- ¡HHHHHoooooooooooooooooo!...

Los gritos histéricos, chillidos, el grupo subiendo los escalones de cinco en cinco y pasando las unas por encima de las otras fueron muy superiores a los que yo me había imaginado. Y no fue esto solo, después tuve que aguantar la regañina de mi madre y las acusaciones de mi hermana...

Lo que no terminé de entender es algo que decía mi hermana que parecía tener mucha importancia...

- ¡Y Fulanita tenía el cuento!...

Palabra que yo, en todo el rato que estuve con ellas no vi este cuento por ningún lado, a lo mejor quería regalármelo y como se enfadó ya no quiso dármelo... quizás...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios