martes, 6 de mayo de 2008

La gorda


Ahora no es muy diferente.

Las comisiones de fallas se reúnen para decidir quien es la fallera mayor.

En esta decisión no solamente se considera el buen porte de la muchacha, también se tiene en cuenta que su familia pueda aguantar el tremendo gasto que lleva.

Los gastos, hoy en día son terribles, para la creación de una falla y estos se procura cubrir con loterías y con las aportaciones de los falleros. Por esta razón, a una familia de pocos medios el que su hija saliera elegida fallera mayor, sería un golpe del que no se podría recuperar. Esto se soluciona, naturalmente, no presentándose a la elección. Pero si que hay otras que, por poco que puedan, la ilusión es demasiado grande y harían cualquier cosa para ser elegidas o que lo fueran sus hijas.

Las triquiñuelas para conseguir que la niña sea Fallera Mayor son ahora lo mismo que hace unos años, salvo honrosas excepciones, pero la diferencia está en que entonces todo era mucho mas inocente.

En la comisión de la falla había dos personajes que destacaban sobre los demás. El Indiano, un emigrante Valenciano que había regresado rico y solo de América y una niña gordísima, fea y lo mas problemático... pobre. Por lo demás era una delicia de niña, simpática y educada.

Naturalmente el Indiano, ponía muchos duros encima de la mesa para la falla y cualquier cosa que decía era considerada como ley, a pesar de que el nunca lo había pretendido, pero la corte de aduladores que existe en todas partes lo ensalzaba y reía sus gracias pensando que al arrimarse al dinero, algo se pegaría.

La muchacha era empleada de una floristería y estaba ya acostumbrada a las crueles burlas de los niños y a las mas crueles burlas de los adultos, mucho mas sutiles.

Los falleros se reunieron en una cena de sobaquillo y salió a la conversación la elección de la fallera mayor. El presidente y los vocales en un extremo de la mesa cambiaban opiniones por lo bajo sobre la conveniencia de tal o tal muchacha y en el otro, el resto de falleros y falleras reía y contaba anécdotas, pero todas las muchachas estaban atentas a ver si conseguían oir por donde iban las preferencias de la comisión.

De repente y sobresaliendo sobre la voz del resto se oyó a uno que decía.

- Jo ho tinc clar, la mes bonica. (Yo lo tengo claro, la mas bonita).

Y la muchacha gorda exclamó risueña pero con el fondo amargo de alguien que se está riendo de si mismo.

- ¡Xe, si están parlant de mi, aquest any jo soc la fallera major! -(Che, si están hablando de mi, este año yo soy la fallera mayor).

Oir esto y levantarse el Indiano todo fue uno, dio dos golpes con los puños en la mesa y dijo...

- Concedido, Fulanita es este año la Fallera Mayor y yo pago todos los gastos de su reinado.

Aquel año la falla tuvo la mejor de sus falleras, el Indiano la familia que le faltaba y la muchacha un recuerdo imborrable para toda su vida.

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