Recuerdos de mi hermana Carmen

Mi finquita de mi calle Jesús. En cuanto llegaba el invierno, mi queridísima madre sacaba el brasero. Lo encendía con un carbón que le llamaban "piñol", y casi siempre iba yo a la carbonería a comprarlo. En cuanto mi madre veía que ya no podía perjudicarnos, nos sentábamos alrededor de la mesa camilla y no necesitábamos ni tele, ni nada que se le parezca, todo era conversación y cariño. Me acuerdo que mi hermana Pepi, que es una devoradora de libros, se ponía a hacer calceta con el libro delante, y leía y hacía punto, a veces claro, se equivocaba, tenía que deshacer, pero nos sobraba tiempo para todo, ahora no hay tiempo, ni para hablar con nuestros hijos, ¡no se que pasará con nuestros nietos!. En el paso a nivel, que había cerca de mi querida casa ,se ponía una castañera con su delantal y un pañuelo a la cabeza para resguardarse del frío y mi madre nos decía, - Ir y comprar castañas calentitas - y nos sabían mejor que el caviar. La verdad es que en aquellos tiempos, cualqui...